martes, 27 de mayo de 2014

LA PREGUNTA DE YALI

Mi amigo Paco es un hombre inteligente, de gran memoria. Más que culto, tremendamente cultivado. No sé como se las arregla, pero siempre puede intervenir en cualquier conversación hablando con fundamento del tema que se debata. El día que él quiera, será más que un crack, porque un crack ya lo es. Pero tiene que querer. Su conversación es amena, aunque verse sobre el tema más complejo. El otro día, charlando sobre los orígenes de la humanidad me contaba la historia de la pregunta de Yali. Yali era un aborigen de Nueva Guinea de una curiosidad insaciable que en una conversación con un geobiólogo blanco le preguntó porqué los blancos habían llegado a su tierra con tanto "cargamento" y los habían sometido. Jared, el geobiólogo le respondió que los blancos tenían unas armas más poderosas y una tecnología superior. A lo que Yali contestó que eso era evidente, pero ¿porqué tenían esa tecnología?. A raíz de esa conversación Paco me recomendó el libro "Armas, gérmenes y acero" de Jared Diamond. Libro que estoy leyendo y que, a quién tenga algo de curiosidad por estos temas, recomiendo fervientemente. 

El profesor Diamond sostiene que unos siete millones de años A.C. la raza de los homínidos se separó en tres ramas. Una se convirtió en los actuales chimpancés. Otra en los gorilas y la tercera en los actuales humanos. Según el estudio de los fósiles, estos inicios se produjeron en África. Lugar de donde, a lo largo de millones de años, fuimos poblando todos los lugares de la tierra. El mapa que reproduzco del libro explica con tremenda claridad cómo, cuándo y dónde los humanos se fueron expandiendo por todos los continentes hasta no dejar libre ni un solo hueco del planeta.


Desde los orígenes de Africa, la raza humana fue evolucionando, expandiéndose. Y palmo a palmo, metro a metro, fue ocupando todos los lugares de la tierra hasta llegar a dominarla de tal manera que apenas hemos dejado espacio para otras especies de animales. Tanto hemos evolucionado, que llegamos a inventar la democracia para que esta cantidad de bichos que poblamos el planeta consigamos vivir de una forma medio decente consiguiendo una entente cordiale . 

Después de tanta evolución, llegamos al domingo pasado, donde unos cuantos millones de europeos pusimos nuestro voto en las urnas para elegir un parlamento que muy pocos saben para qué sirve y al que la mayoría nos tomamos a broma, utilizando dichas votaciones para darle el estacazo al gobierno de turno. Lo que pasa es que en esto de votar a la contra mucha gente se ha pasado tres pueblos. Ahí tenemos a los franceses dándoles la mayoría a un partido ultraderechista, xenófobo y racista, similar a algún otro que ya lió una buena tangana (por decirlo de forma suave) en Europa no hace tanto tiempo. Esto de la xenofobia es algo que nunca he terminado de entender, pero desde que vi el dibujo del profesor Diamond me parece una de las cosas más ridículas que puede pasar por una mente humana. Si todos venimos del mismo sitio, el ser emigrantes sólo es cuestión de tiempo. En algún momento, a lo largo de los últimos siete millones de años, alguno de nuestras antepasados cogió la maleta y se fue a otro sitio. ¿De dónde le viene la superioridad a estos racistas?. Lo siento por ellos, pero emigrantes somos todos.

Por cierto, el que quiera saber la respuesta a la pregunta de Yali, que lea el libro

domingo, 18 de mayo de 2014

Líderes

Normalmente, prácticamente a diario, me gusta ojear la prensa digital para tratar de estar al día en los asuntos más perentorios que suceden a mi alrededor. Hace tiempo que perdí la buena costumbre de sentarme a leer el periódico y, con calma y sosiego, leer noticias y artículos de opinión. Lo que he perdido en calidad lo he ganado en inmediatez y en diversidad. Cuando antes leía uno o a lo más dos periódicos, ahora puedo ojear titulares y leer artículos de prácticamente toda la prensa digital, con lo cual puedo llegar a entender la noticia y a formarme mi opinión sobre ella de una manera más imparcial de lo que podía hacerlo antes. 


El otro día, en uno de estos repasos periodísticos vi una foto dónde se mostraba a señores (y señoras) elegantes, serios, reflexivos, escuchando muy atentos la disertación de uno de ellos. El titular de la foto estaba rubricado con la palabra: "Líderes". Esta palabra me llamó poderosamente la atención, ya que últimamente la palabra líder ha aparecido con cierta frecuencia en diferentes ámbitos en los que me he desenvuelto.

Cuando trato de entender el concepto de alguna palabra siempre me gusta consultar su etimología para comprender mejor la esencia de su significado. El latín y el griego, con frecuencia, suelen aclararnos mucho de lo que a veces no entendemos en español, pero en este caso no es el caso. Líder es un anglicismo, que como tantos otros últimamente, hemos adoptado en castellano. Lo que nos indica el diccionario de la RAE es lo siguiente: (Del ingl. leader, guía).  O sea una palabra de origen inglés cuyo significado es guía. Este significado enseguida trajo a mi memoria la definición que mi amiga Carmen de Bellas Artes me dio el otro día hablando de la falta de liderazgo existente en nuestra sociedad. Según Carmen, líder es el que se pone al frente del grupo, lo estimula, lo enaltece, lo respeta y trata de mostrarle el camino para llegar a un buen fin. Y todo lo anterior, dando ejemplo de cómo se hacen las cosas.

Si asumo como buena la definición de Carmen, se me hace bastante difícil encontrar algunos líderes en esta sociedad en que vivimos. Encontrar gente que se ponga al frente del grupo es tremendamente fácil. Son muchos los que quieren mandar, estar en el candelero, salir en la prensa. Son legión los que "matan" por estar en las listas, por llegar a la cúspide, por conseguir el aplauso, pero no sé si encontraremos alguno que estimule a su gente, que la enaltezca respetándola y que le sirva de guía para conseguir un buen fin. La mezquindad en los que mandan es moneda común. La falta de respeto hacia los compañeros y subordinados, cuando no la amenaza y el chantaje están presentes con demasiada frecuencia en muchos ámbitos de la vida política y laboral. La escasez de miras a largo plazo para buscar objetivos ambiciosos y encontrar los medios para lograrlos es lo más común en la mayoría de nuestros "líderes". Y además, muy pocas veces son ejemplo de nada bueno, antes bien, mejor no los imitemos nunca.

Si al final Carmen va a llevar razón. Líderes de traje y boquilla hay a montones, pero LÍDERES con mayúscula, vamos a empezar a buscarlos hasta que encontremos alguno. Suerte para quién lo encuentre. 

domingo, 4 de mayo de 2014

El aura

La otra mañana amaneció deliciosa en Granada. Estos días finales de abril, si el tiempo se porta, da gusto pasear por las calles del centro. Los turistas más madrugadores ya se arremolinan formando grupos por las plazas más típicas dispuestos a comenzar el periplo cotidiano con las cámaras en ristre. Yo había quedado con mi amigo Pepe para hacer unas gestiones a ver si conseguimos cuajar alguno de los proyectos que nos rondan por la cabeza. Lo bueno de estar en paro (que algo bueno tiene) es que el tiempo toma otra dimensión. Se hacen muchas cosas, pero el ritmo es diferente a cuando estás sometido a la dictadura del reloj. Aunque el dinero es escaso, como el tiempo nos sobra, decidimos tomar un chocolate con churros en la plaza de BibRambla. Y allí que nos sentamos como dos señores a disfrutar de la mañana y del platico de churros. Cuando ya degustábamos nuestro excelente chocolate, sentimos como una presencia sobrenatural. Algo en el ambiente se salía del devenir cotidiano transmitiéndonos una extraña sensación.Una vibración sobrehumana trataba de llegar hasta nosotros. Al principio los dos miramos hacia la torre de la catedral  por si un efluvio divino emanaba de sus muros. Pero ninguna luz extraña salía de sus ventanales. La gente paseaba tranquila sin que de su presencia advirtiéramos ninguna sensación sobrehumana. De repente vimos el aura. Detrás de nosotros había una larga mesa, pulcramente habilitada con blancos manteles y servilletas de lino y adornada con pequeños jarrones con flores. Era la única mesa en nuestro entorno adornada de esa manera.  Los demás simplemente utilizábamos servilletas de papel. Un aura celestial rodeaba a los comensales (desayunadores matutinos). Los caballeros, de traje riguroso y las señoras, muy vestidas ellas. Todo eran parabienes y aleluyas. Las sonrisas, presentes en todas las bocas, eran amplias, tan amplias que quizás faltaran churros para poder rellenarlas. Esa mesa, como caída del cielo, sin duda, no parecía estar en el sitio adecuado. Esa guapura. Esa simpatía. Ese caché. Ese tronío no pertenecían al mundo de los mortales. Los demás, ni teníamos servilletas, ni teníamos manteles, ni teníamos flores, sólo teníamos nuestros chocolates con churros y muchas ganas de pasarlo bien. Pasado un rato y cansados de mirar y remirar a ver de dónde podía emanar esa presencia tan especial, de pronto, como San Pablo, caímos del caballo y nos dimos cuenta de lo que pasaba. No era nada sobrenatural. Simplemente eran políticos. Políticos guapos de moda en campaña, dispuestos a pedir el voto a la gente que come churros sin mantel.