lunes, 3 de enero de 2011

Agencias de rating

Hace años nadie sabía quienes eran, pero ahora están en todas la salsas. No hay noticia económica donde no aparezcan las dichosas agencias. Son como el ojo divino. No hay empresa que pueda sustraerse a sus designios. Insinúan, amenazan e incluso ejecutan sentencias.Son el azote de los Gobiernos, de las Comunidades Autónomas, de las empresas. De todas las empresas que necesitan financiación en los mercados, especialmente de los bancos. ¡Y no digamos de las Cajas! 
Empezamos a conocerlas hace ya algunos años. Se pusieron de moda por aquello de salir a los mercados. Poco a poco fueron llegando para definitivamente quedarse. Estaba bien visto estar "clasificado" y todos caímos en la trampa. Primero fue una moda y luego una necesidad. Todos sucumbimos en su tela de araña  y una vez dentro, ya nadie puede escapar.
Las empresas de rating son empresas que se dedican a decir a "los mercados" qué nivel de riesgo tiene la entidad a la que ellos han calificado. En román paladino, tienen una escala con distintos niveles en el que se supone que el nivel mejor (triple AAA) siempre pagará sus deudas y el nivel más bajo (varía en función de la agencia) difícilmente las pagará. En teoría miden el riesgo de la deuda de los organismos y empresas.De esta forma, los inversores antes, los especuladores ahora, pueden tomar decisiones de prestar su dinero de una forma eficiente, con un riesgo controlado y con un precio medido.
En teoría este sistema funcionaba. Tú sabías que eras A- y que los inversores te prestaban dinero a un precio de Euribor más 50Pb. Todo estaba controlado. Pero de pronto aparece LA CRISIS y el sistema se derrumba. Las calificaciones de las agencias saltan por los aires y todas sus calificaciones de riesgo resultaron inútiles. Lo que en teoría tenia que haber servido para evitar la catástrofe, quedó en papel mojado como estafa ante todos los inversores. 
Lo que me asombra es la habilidad que han tenido para no caer, permanecer y luego resurgir con fuerza en el panorama financiero mundial. Una vez demostrada la inutilidad de las calificaciones, estas empresas no sólo no han desaparecido, sino que andan sacando pecho por los mercados mundiales amenazando a las empresas con unas calificaciones catastróficas. No solamente no han reconocido su falta de profesionalidad al emitir las calificaciones de las empresas en los tiempos de bonanza, sino que ahora complican el funcionamiento de los mercados al curarse en salud con una nefastas calificaciones. No han tenido el más mínimo pudor en bajar varios escalones (o noches como ellos los llaman) a la mayoría de las empresas, poniendo a muchas de ellas en una desesperada angustia al meter el miedo en el cuerpo a los mercados de especuladores que tienen que prestar sus dineros para que el sistema financiero pueda funcionar. 
Igualmente me asombra que los mercados,. antes de inversores y ahora de especuladores, sigan dando pábulo a unas agencias que, ni antes por defecto, ni ahora por exceso, saben medir el riesgo óptimo de la realidad de las empresas.
Que se reinvente el sistema, pero que desaparezcan, por favor