martes, 21 de diciembre de 2010

La jubilación a la edad del garrote

Y ahora las pensiones. Aquí es que no pasa un día sin que alguien nos dé un susto. De momento parece que no peligran, pero tal como está el patio, cuando muchos de nosotros vayamos a cobrar, con la pensión nos tendrán que regalar un garrote, no para darle al gobierno en la cabeza, sino para poder salir a pasear porque las articulaciones ya no estarán para nada. Después de años de derroches y de viva la pepa, todo lo que se le ocurre a estos lumbreras es proponer la jubilación a los sesenta y siete años. Además, así. Sin vaselina. ¿Para eso necesita el gobierno tantos asesores? Se podrían haber estrujado un poco más la meninges para buscar una solución más imaginativa.

No estoy a favor de la medida. Tampoco en contra. Sencillamente digo que el tema habrá que estudiarlo un poco más a fondo. Sin duda alguna, antes de no cobrar nunca la pensión, prefiero cobrarla a los ochenta años, pero entonces el planteamiento de las pensiones debería ser otro. Que no nos retengan nada por este concepto  y cada uno que se busque la vida. Por otro lado, si el trabajo que hay es el que hay y no somos capaces de cambiar el modelo para que genere más y más productivos empleos, puestos a trabajar, mejor que trabajen los hijos que están jóvenes y con muchas ganas, en vez de los padres. Le pasamos la alternativa y a partir de los treinta y cinco (creo que está bien a esa edad) el padre cede el puesto al hijo y se cambian las tornas. Es el hijo el que paga los gastos al padre y no al revés.

Creo que el problema no es de edad, sino de modelo. Lo de Madoff puede ser un juego de niños al lado del sistema de la seguridad social. Tenemos un sistema piramidal. Los que van entrando por la base tienen que ser más que los que hay en la parte de arriba para que se sostenga el modelo. Muchas de las más grandes estafas de la historia han estado basadas en este mismo sistema.Se trata de potenciar la entrada de muchos pardillos para que con su contribución sostengan a los que entraron anteriormente. Cuando se trata de estafas, la entrada de nuevos "contribuyentes" se incentiva pagando altas remuneraciones o elevados tipos de interés. En el caso de los sistemas públicos de pensiones la entrada es obligatoria por ley. El sistema es estupendo mientras las cosas van bien. Lo que pasa es que el crecimiento perpetuo no existe. En algún momento la base se estrecha hasta tal punto que la pirámide no se sostiene de pie y entonces sucede la debacle.

Desde mi punto de vista, el sistema tiene otra serie de fallos que están relacionados con la concepción política y social que cada uno tenga de la vida. Es un sistema de reparto. Muchos pagan y pocos reciben. Y así funciona. Lo que pasa es que los que cobran pueden llegar a tener la percepción de que lo que reciben no es suyo, sino de quien lo está pagando en ese momento y algún político puede tener la tentación de jugar con este concepto en rédito de sus intereses electorales. Sucede además que hay personas que cobran del sistema sin haber contribuido jamás, agravando la ineficiencia del mismo. Yo no me opongo (faltaría más) a las pensiones no contributivas, lo que digo es que las mismas no deberían salir de la caja a la que todos aportan. No voy a entrar en el problema de las bases de cotización elevadas para pensiones que en nada se corresponden a la contribución que uno ha hecho durante su vida. Al fin y al cabo es un sistema forzado e ineficiente.

Todos estos movimientos que se están produciendo ahora, alargamiento de la edad de jubilación, mayor periodo de años para el cómputo de la pensión, no son más que puntales en un sistema inestable que en sí mismo no es  más que un mal calco de una gran estafa.

Es cierto que un modelo de este tipo no se cambia de la noche a la mañana, pero en algún momentos habría que comenzar con el cambio. Señores políticos y asesores de los políticos, si para que yo pueda cobrar MI pensión tienen que subir la edad de jubilación, háganlo, pero por favor, que mi hijo no vaya a tener el mismo problema dentro de treinta años porque unos políticos ineficientes no supieron hacer su trabajo.