sábado, 20 de noviembre de 2010

El mercado eres tú

La culpa de todos los males del mundo la tiene el mercado. Al menos eso piensan los políticos (mejor, "dicen", ya que pensar no creo que hayan pensado nunca al no estar entre sus atributos ni cualidades) y toda una legión de periodistas indocumentados que se apuntan a cualquier moda snob con tal de hacerse notorios y vender con más saña sus noticias.
El mercado, cómo no, tiene la culpa de esta crisis, esta tremenda crisis que nos atenaza y de la que parece que nunca vamos a salir. El mercado la ha tomado con Grecia para que se quede en su prehistoria. El mercado la ha tomado con Irlanda para obligarla a volver a su miseria y a su secular pobreza. El mercado ha enfilado a España por querer jugar en la Champion League y la quiere devolver a la mediocridad de donde nunca parece que debió salir. El mercado atenaza la economía. Hace subir el precio del petróleo. Hunde las divisas. Es como una bestia negra que aparece en los momentos más inoportunos para fastidiar a los ricos y ahogar a los pobres.

Cuando oigo hablar del mercado siempre me imagino a un señor de unos cuarenta años. Pelo engominado. Prepotente. Traje de tres mil euros. Delgadez de gimnasio y un porsche en el garaje de su casa. Ese es el mercado. El es quien ha tomado ojeriza a los países pobres de Europa para meterlos en la crisis y no dejarlos salir de ella. El es realmente el que tiene la culpa de que los gobiernos griegos hayan mentido a sus colegas europeos sobre el estado real de sus cuentas públicas. Es el mercado el que parece que obligó a los bancos irlandeses ha endeudarse hasta las cejas para contribuir a un desarrollo irracional de su país. Es el señor de la gomina el que obligó a los promotores españoles a promover millones de pisos y a los ayuntamientos a especular con el suelo de sus municipios.
Realmente es tremendo que exista el mercado. Esa confluencia que voluntades, que como un río en su cauce bajo, recoge todas las gotas de agua que destilan las tierras altas de las montañas y que cuando crece, la avenida no respeta ni los diques más profundos. El mercado no es nadie y somos todos. Cuando decido ahorrar, yo soy mercado. Cuando hago una aportación a mi plan de pensiones y quiero que la inversión sea conservadora, yo soy mercado. Cuando retiro dinero de un fondo de inversión porque no me gusta donde está invertido, yo soy mercado. Cuando no me fío de un valor y vendo mis acciones, yo soy mercado. Y todas esas decisiones que tomo, las tomo, no porque yo sea el perverso señor de la gomina, sino porque hay una empresa que no está trabajando bien y no me fío de dejarles mi dinero. Cuando los "mercados" venden deuda griega, la venden, no para fastidiar a Grecia, sino porque hay un país que no está haciendo bien las cosas y probablemente no pueda devolver el dinero que le han prestado. Cuando aumenta el diferencial de la deuda española con relación a la alemana, lo que sencillamente pasa es que muchas personas ponen en duda que España pueda devolver su deuda y prefieren prestar su dinero a Alemania.
El mercado no es perverso pero sí es miedoso, avaro y egoísta, como lo somos casi todos con nuestro propio dinero. El mercado no es sólo el señor de la gomina también lo puedes ser tú.