viernes, 26 de marzo de 2010

Me considero un hombre afortunado. Delante de mi ordenador tengo una orquídea. Preciosa flor, que no es mía, pero que me acompaña desde hace algunas semanas en mi deambular por este blog. Desde mi ventana, además, tengo una vista magnífica de un Pico del Veleta nevado y majestuoso, con un color rosado que anuncia el fin de la tarde. Y para culminar y disfrutar de mi labor creativa me propongo llenar el resto de la tarde dando unas pinceladas locas al cuadro pseudocubista que pretendo terminar en unos días. Todo un lujo en este mundo raro y rápido en el que estamos inmersos. Las semanas pasan a una velocidad de vértigo y yo cada día pretendo con más ahínco disfrutar de cada momento que me ponga delante la vida. Sin más pretensiones. Sin otras pretensiones que vivir profundamente el atardecer del veleta, o el sabor de una copa de vino. Adiós a otra semana de problemas. De reuniones interminables. De ayudas públicas sin sentido. De amigos que no saludan. De chismes y de comidillas. Adiós a las pompas y a las obras a las que tanto aspiran tantos. El que quiera figurar, que figure. El que quiera mandar, que mande. El que quiera medrar, que medre. Yo a lo mío.