viernes, 5 de marzo de 2010

A veces, por suerte pocas veces, hay amigos que se alejan. Se van y no sabes porqué se fueron. Un día y otro esperas que aparezcan. Que regresen a la comunicación tranquila y cadenciosa de a veces todos los días o a veces todos los meses, pero comunicación al fin y al cabo. Pasan los días, las semanas, los meses y ese amigo que se fue sigue perdido, ausente en la distancia. Cada día que pasa esperas su palabra, pero ésta nunca llega. Y esa ausencia, desconocida e inesperada, abre una herida que sólo los años, muchos años, convertirá en otra cicatriz profunda de la vida.